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Mostrando las entradas de mayo, 2013

Las intermitencias de la muerte

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...A la muerte le pareció sentir un choque brusco en el plexo solar, una súbita agitación nerviosa, podía ser el estremecimiento del cazador al avistar la presa, cuando la tiene en la mira de la escopeta, podía ser una especie de oscuro temor, como si comenzase a tener miedo de sí misma... -José Saramago-

¿Cómo Ocurrió?

Mi hermano empezó a dictar en su mejor estilo oratorio, ése que hace que las tribus se queden aleladas ante sus palabras. -En el principio -dijo-, exactamente hace quince mil doscientos millones de años, hubo una gran explosión, y el universo... Pero yo había dejado de escribir. -¿Hace quince mil doscientos millones de años? -pregunté, incrédulo. -Exactamente -dijo-. Estoy inspirado. -No pongo en duda tu inspiración -aseguré. (Era mejor que no lo hiciera. Él es tres años más joven que yo, pero jamás he intentado poner en duda su inspiración. Nadie más lo hace tampoco, o de otro modo las cosas se ponen feas.)-. Pero, ¿vas a contar la historia de la Creación a lo largo de un periodo de más de quince mil millones de años? -Tengo que hacerlo. Ése es el tiempo que llevo. Lo tengo todo aquí dentro -dijo, palmeándose la frente-, y procede de la más alta autoridad. Para entonces yo había dejado el estilo sobre la mesa. -¿Sabes cuál es el precio del papiro?- dije. -¿Qué? Puede que est

Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso...

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Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, qué soledad errante hasta tu compañía! Siguen los trenes solos rodando con la lluvia. En Taltal no amanece aún la primavera. Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos, juntos desde la ropa a las raíces, juntos de otoño, de agua, de caderas, hasta ser sólo tú, sólo yo juntos. Pensar que costó tantas piedras que lleva el río, la desembocadura del agua de Boroa, pensar que separados por trenes y naciones tú y yo teníamos que simplemente amarnos, con todos confundidos, con hombres y mujeres, con la tierra que implanta y educa los claveles. -Pablo Neruda-

Felina

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Desperté al sentir algo que caminaba sobre mí, sobresaltado intente levantarme, no pude más que girar la cabeza en una oscuridad completa, un pequeño maullido me hizo saber que aquello en mi espalda era un gato, pero ¿cómo llego ahí? el no poder moverme ya era una sensación conocida, el miedo me invade, se acerca a mi cuello, pasa su lengua por mis oídos creando corrientes eléctricas en todo mi cuerpo, su lengua no es la de un felino, es suave y tibia y se dirige en su húmedo camino a mi cuello y barbilla, una de sus patas se posa en mi cuello presionándolo, siente mis intensas palpitaciones y parece buscarlas, su olfato busca mi sangre. Me gira de pronto, ya no es un felino lo que tengo sobre mí, es ella, una hermosa mujer de piel fría y blanca, mis manos están sobre mis piernas, ella se sienta sobre ellas, su mirada intensa me observa divertida, se recuesta sobre mi pecho, busca el latir de mi corazón, se levanta, sus manos dejan de presionarme para dirigirse a su pecho, se toca