Penumbra

Aquel sábado caluroso era más aburrido y detestable que otros fines de semana, regrese tarde de la escuela y el resto del día no mostraba nada de interés. Después de prepararme algo rápido para comer me dispuse a leer un poco, las luces apagadas a excepción de la lámpara que iluminaba la esquina de la recamara en la que leía sobre un sillón. De entre las sombras saliste cuando por fin la lectura acapara mi atención, esta vez no hubo sutilezas, saliste de pronto acorralandome en aquella esquina, no pude moverme ni emitir ruido alguno, te veías hambrienta, sedienta, mi mano izquierda fue sujetada por una de tus manos, la otra dejó caer el libro, tus labios se acercaron a mi pecho, olfateando, subiendo a mi cuello donde empezaron las mordidas, lametones y besos mezclados con fervor, tu otra mano me frotaba sobre el pantalón, las mordidas en mi piel incendiaron mi sangre, con la mano libre te atraje de la cintura, sintiendo tus senos en mi pecho, besando tus labios, separandome de ti solo por unos segundos que me tomo arrancarte la ropa, tu quitaste mi playera e inmediatamente desabrochabas mi cinturón para de un solo tirón despojarme de toda la ropa, hubo un segundo de silencio e inmovilidad, observas fijamente mi sexo, lo tomas con tu mano y empiezas a acariciarlo con rapidez, empujandote de los hombros te hago arrodillarte en medio de mis piernas, tu también lo deseas, paseas con desesperada lentitud tu lengua desde la base hasta la punta repitiendo la acción varias veces hasta introducirlo en tu boca, lo haces muy despacio, no puedo dejar de mirar como voy desapareciendo dentro de ti, la sensación es maravillosa, y tu expresión me hace pensar que lo disfrutas tanto como yo, estoy completamente dentro de ti, mis manos sujetan tu cuello y cabeza tratando de que aquella sensación no termine jamás, poco a poco empiezas a moverte arriba y abajo, varios minutos transcurren en aquella lentitud, pero la excitación es mucha, y hay demasiada pasión acumulada, mis caderas empiezan a moverse solas introduciendo cada vez más rápido en tu boca, mis manos sujetan tu cabeza y hombros ayudando en la maniobra, hasta que la velocidad es tanta que no puedo contenerme mas e introduciendome en ti me descargo con intensidad, tratas de retenerlo todo, pero algunas gotas escapan de tus labios cayendo en tus pechos. Por un instante pierdo la noción, las descargas eléctricas recorren cada célula de mi cuerpo en intensas y placenteras contracciones, cuando recupero el control, lejos de estar en calma, la pasión es mucha aun, te empujo a la cama, caes de espaldas y yo sobre ti, mientras te beso con intensidad, mis manos tocan y buscan cada parte de tu piel, apretando tus pechos, acariciando tu sexo, hasta sentir tus fluidos empapar mis dedos que exploran cada rincón buscando los lugares que más placer pueden darte, froto mi sexo contra el tuyo, lo hago con lentitud, causandote desesperación, pero no me doblego tan fácilmente y continuo con mis caricias fuera de ti, tus caderas se elevan buscando introducirme en ti, cuando estás al borde de la desesperación me introduzco de un solo golpe, emitimos un gemido al mismo tiempo que sale sin que podamos evitarlo, solo un segundo me quedo quieto, para empezar a moverme con fuerza, mis caderas golpean con fuerza, la cama se mueve bruscamente y apenas soporta los movimientos, terminamos recorriendola toda ella a base de empujones que se dan nuestros sexos, empujándome te pones sobre mi, necesitas más intensidad, más sensaciones, brincas sobre mi, me cabalgas con furia, estas completamente fuera de ti, hasta que un grito indica el principio de una serie de estallidos que te llevan a un lugar nunca antes visto, al mismo tiempo levantando las caderas dejando en lo más profundo de ti todo los fluidos que quedan en mi. Tan intenso es, que pierdo el conocimiento, despierto de madrugada en medio de una cama deshecha, con un agotamiento tremendo, pero con una satisfacción como nunca la ha tenido nadie.

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