Regalo del Cielo

(o más vale tarde que nunca)

Tú con un chocolate, yo con un café moka y una dona de chocolate todo de El Jarocho, nos adentramos en el pequeño parquecito, la tarde se cubría de nubes y el calor huía por un momento, alce la vista, y quede fascinado, me encanta, me fascina ver el cielo a través de las ramas de los arboles, el mundo se detiene, la ciudad que nos rodeaba desaparece, la gente y sus inacabables voces sucumben ante el silencio del viento, las ramas de los arboles juegan con la luz que pasa por entre ellas, es como si el cielo pasara por un rallador, como si los dedos de los arboles trataran de sujetarlo. Con esa imagen te abrazo, la tranquilidad aumenta, es delicioso sentir tu cuerpo junto al mío, besar tu cara, besar tu cabello, lo que pareciera horas son solo un par de minutos, cuando de pronto, de ese cielo que se escurre por entre las ramas, algo cae, cae sobre mi cuello con extrema suavidad, apenas lo siento, por reflejo llevo la mano, y de un gran brinco se sube a mis dedos, distraídamente observo que es aquello que tengo en mi mano, no puedo evitar un gran sobresalto, el miedo inconsciente se apodera de mi, es un solo impulso, me alejo un par de metros, ¡una araña gigantesca en mi propia mano! De una rápida sacudida me deshago de semejante monstruo, que va a caer sobre tu bolsa que sostienes en tus piernas. — ¿Qué sucede? — Preguntas tranquilamente, yo con voz temblorosa trato de decir — ¡Una araña!— con un gesto indiferente de tu mano la arrojas, ¡Ja Ja es una arañita¡

Durante el trayecto de regreso no puedo evitar la sensación en mi cuello y espalda, mientras tu no puedes dejar de reír, —solo era una arañita, jaja— No es cierto, estaba gigantesca— protesto mientras trato de sacudirme la sensación del brazo, el cielo oscurece poco a poco.

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