IV.
Y bien. Es el momento de amontonar palabras, hojarasca, y quemarlas.
Y si echamos las manos a ese fuego,
si el pelo, si una parte del alma,
si los ojos,
mejor, tanto mejor.
De este residuo de los días
hay que impregnar la almohada.
(Bajo las sábanas el cuerpo mutilado
se reconstruye.)
La soledad es rica en amapolas
y el silencio despierta los sueños.
Jaime Sabines
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