Las inclemencias del tiempo


Esto fue publicado el jueves 5 de junio de 2008

A las afueras de la ciudad, una tarde nublada de verano, en un parque, que más bien, debido a su abundante vegetación, es un pequeño bosque que rodea un pequeño lago artificial, pero tan bien hecho que realmente parece ser obra de la naturaleza. En ese paradisiaco lugar se encuentra una joven, semioculta entre la vegetación y cubriéndose la cabeza con una mascada oscura, ella es la hija menor de una de las familias más ricas de aquella ciudad, temblando en su escondite aguarda con suma impaciencia, su temblor no se debe al frio viento proveniente del lago, ni al miedo de encontrarse sola en aquel lugar, su temblor es ocasionado por la persona a quien espera, poco después un joven vestido con impecable elegancia llega a su lado, intercambian muy pocas palabras antes de fundirse en un profundo beso, justo cuando el atardecer deja su lugar al manto nocturno, que los oculta aun más, de las nubes empieza a caer una fina lluvia, ellos, sumidos en la pasión, no notan las gotas de agua que poco a poco empapan sus cuerpos.
Al siguiente día, en la catedral de la ciudad se celebra una boda.
Mucho tiempo después, aquella mujer se reencuentra en un centro comercial de esa misma ciudad con una de sus mejores amigas de aquella lejana época. Hace poco que enviudo, su amiga hace un par de años que también enviudo, sentándose en un tranquilo restaurant empiezan a recordar viejos tiempos acompañados de aroma a café.
—Nunca imagine encontrarte en este lugar, lo último que supe de ti fue que vivirías en España junto a tu hija—
—Así es, desde la muerte de mi esposo, estuve viviendo con mi hija, pero hace poco decidí regresar para pasear por todos los lugares donde viví mi juventud y distraerme así un poco, pero cuéntame mujer, ¿Cómo te va a ti?—
—Regrese a este lugar por lo mismo, para recordar un poco, y descansar, aunque mi esposo falleció hace ya casi un año, aun me es difícil estar sin el—
—Comprendo, yo aun no he podido superarlo por completo—Pero, mira, desde aquí se puede ver nuestro Colegio, y detrás el parque donde solíamos reunirnos todos, fue ahí donde conocimos a nuestros maridos, ¿lo recuerdas?—
—¿Cómo olvidar esa época maravillosa?—
Sin embargo su compañera ya no le escuchaba, su mente viajo al pasado, a esa época de noviazgos, recordó cómo fue su amiga la primera en fijarse en su esposo, y él parecía corresponderle, en un principio no se atrevió a decirles nada a ninguno de los dos que a ella también le atraía, sin embargo y sin saber porque, fue a ella a quien él le pidió fuera su novia, no pudo negarse, pese a saber que a su amiga le atraía aquel apuesto joven, que como cualidad extra, provenía de la familia más rica de toda la región, cuando su amiga se entero, fingió no importarle, pero no fue suficiente, todos se dieron cuenta del duro golpe que había sido. Ella nunca tuvo el valor de decirle nada, quería a aquel hombre y pese a ser su mejor amiga, no dejaría que nadie se lo arrebatara.
Su angustia se vio aliviada cuando su amiga le presento a su novio, que a pesar de provenir de una familia también muy bien acomodada, no era poseedor de ese atractivo, de esa energía que tenía el hombre que anteriormente se disputaran y del cual ya se había propuesto hacerlo su marido. Sin embargo tiempo después, cuando ya se realizaban los preparativos para su boda, descubrió accidentalmente que su prometido llevaba oculta una pequeña fotografía de su amiga, le inundaron los celos y la inseguridad, poco después esa inseguridad se convirtió en un odio ciego, olvidándose de una amistad de casi toda la vida, planeo una forma de apartarla de su camino, de su futuro junto al hombre de sus sueños ya tan cercano.

Redacto una carta, utilizando sus mejores frases amorosas, se hizo pasar por su novio, en aquella carta le pedía un encuentro, justo un día antes de su boda, al anochecer en el lugar más recóndito del pequeño bosque, en aquel lugar y lejos de todo le confesaría algo que quemaba su pecho. Al leer su carta se sintió orgullosa, pues había imitado a la perfección el estilo de su cercano esposo, lo conocía muy bien, pues había recibido incontables cartas de él durante su noviazgo. Sabía que si ella tenía algún interés en su prometido, acudiría a la cita, donde lo esperaría por horas, incluso bajo la lluvia que por aquella temporada llegaba noche con noche, sabía que esto sería casi mortal para ella, pues padecía de enfermedades respiratorias desde edad muy temprana, y el mojarse bajo la lluvia en las frescas noches, después de un día soleado sería muy grave a su salud.
Su plan dio resultado, al siguiente día de la falsa cita, se celebro su boda, y su amiga, pese a ser una de las invitadas de honor no se presento debido a que fue internada de emergencia en el hospital, padeciendo una terrible fiebre y problemas respiratorios.
Al regreso de su luna de miel por varios países asiáticos, supo que su amiga fue llevada por su mamá a vivir a una ciudad costera, pretextando que el clima cálido era indispensable para su recuperación, le siguió su novio, y al poco se casaron también.
No se volvieron a encontrar hasta mucho después cuando ambas eran ya todas unas señoras de sociedad, ambas habían sido mamás con muy poco tiempo de diferencia, las niñas incluso fueron tan buenas amigas como otrora lo fueron sus progenitoras. Sus maridos, hombres de negocios coincidieron muchas veces en proyectos comunes, con lo que la amistad fue forjada nuevamente entre ambas mujeres. Sin embargo ya no con la misma intensidad del pasado, esa confianza que alguna vez fue total, se había perdido para siempre, nunca ninguna de las dos comento nada al respecto sobre aquella tarde, víspera de su matrimonio. Hasta este ultimo reencuentro.
—¿Sabes? Hay algo que no me ha dejado tranquila, siempre que nos encontramos parecemos omitir en mutuo acuerdo la mención de aquel asunto, que ninguna de las dos ha olvidado—
—¿te refieres a tu esposo?—contesto con tranquilidad la otra
—Sí—contesto sorprendida ante la serenidad de su compañera —ambas estábamos enamoradas de él, pero fue a mí a quien se le declaro primero, yo quise decírtelo antes de aceptarlo, pero me domino la emoción e inmediatamente le di mi consentimiento—
—eso no es lo que ocurrió exactamente— contestó en la misma actitud pasiva.
—¿Qué quieres decir?— pregunto claramente sorprendida por la respuesta, se estaba confesando después de años de secretos, de rencor reprimido y a ella no parecía importarle en absoluto su confesión.
—¿Estás segura de querer seguir con esto?, tal vez sería mejor olvidarnos del asunto –diciendo todo esto con gran serenidad.
—¡Claro que quiero seguir! Yo he vivido con esta carga durante toda mi vida y al momento de confesártelo pareciera como que a ti nunca te importo—
—Claro que me importo, aquellos sucesos marcaron la ruta de todo mi destino—
—¡Explícate!, dime qué fue lo que según tú pasó en realidad—
—Ok, creo que ya es tiempo de decir la verdad, después de todo, nuestros maridos se han marchado ya, y nuestras hijas son todas unas damas, independientes y buenas amigas—
—deja ya de dar rodeos y dime lo que tienes que decir—contesto con suma impaciencia
—Si así lo deseas—continuando con la misma calma— antes de pedirte a ti que fueras su novia, me lo había pedido a mí, yo enamorada como estaba, acepte inmediatamente, pero debido a que a mi papá no le caía muy bien y me sobreprotegía, decidimos mantenerlo en secreto, estuvimos así durante algún tiempo, no quise decirte nada, pese a ser mi mejor amiga y mayor confidente, porque sabía que a ti también te atraía y porque sabía que eras (y al parecer lo sigues siendo) muy impulsiva y me aterraba que en un ataque de celos fueras a decirle a mi padre, sería capaz de matarnos si se enteraba de nuestra relación. Sin embargo, todo este secretismo y mis problemas de salud nos alejaron y ocasiono muchos problemas entre los dos, en una ocasión discutimos y él enfurecido me dijo que ya no quería estar más conmigo, pues yo le dedicaba muy poco tiempo, fue entonces cuando pretendiendo lastimarme, te pidió a ti que fueras su novia, esto como recordaras me partió el alma, y fue mucho peor cuando me comunicaste sobre sus planes de boda, yo no lo había dejado de amar, pero también a ti te quería y me sobrepuse para que tu lograras la felicidad a su lado, decidí apartarme de su camino y apoyarles con toda mi amistad. Sin embargo la noche previa a su boda, recibí una carta de él—
—¿qué?—
—Así es, a mí también me sorprendió, en esa carta me pedía que nos reuniéramos en secreto en aquel parque, junto al lago en la parte más alejada, quería decirme algo de suma importancia y que aun guardaba un gran cariño por mí. La primer reacción fue de alegría, una luz de esperanza de recuperar su amor me ilumino, pero inmediatamente recordé que al siguiente día se casarian, entonces rompí aquella carta con coraje y decisión, pero hay de mi, el sentimiento se apodero una vez más de mi corazón, y decidí aceptar aquel encuentro, le escribí inmediatamente diciéndole que estaría en aquel lugar esperándole, él llego poco después—
—¿¿¿Qué??? ¿¿¿Cómo dices??? ¿Le contestaste aquella carta? –era algo inesperado, jamás considero que fuera a contestarle la falsa carta, y más aun que su novio acudiera a verse con su mejor amiga.
—Así es, aun me avergüenzo de aquello, nunca fue fácil de aceptar, aquella tarde me vi con tu futuro esposo en aquel lugar.—
Sorprendida por todas estas palabras dichas por su amiga, por todo hasta entonces había ignorado, quería reclamar, gritar, se sentía engañada, burlada por aquel par de sinvergüenzas, pero no lo hizo, guardo compostura y se sereno antes de explotar, sabía que pese a todo debido a ese encuentro a la intemperie en aquel bosque donde a pesar de encontrarse en pleno verano, al caer la noche un frio terrible proveniente del lago, se apoderaba de todo el parque, y bajo la lluvia, se convertía en un arma mortal para alguien tan delicado de salud como su amiga. Gracias a esto se había alejado de su marido. Ella por otro lado lo había obtenido todo, se caso con el hombre que deseaba, quien le dio una hija poco después, convirtiéndola en la más feliz de todas las mujeres, su amiga también había tenido excelente suerte, pese a todo, su marido era un hombre ejemplar que la había amado hasta el extremo, también tenía una hija cuyo carácter alegre contrastaba con la pasividad de temperamento de ambos padres. En pocas palabras, aquel encuentro de su amiga con su esposo, no había pasado a mayores.
—¿Sabes? Yo escribí esa carta que recibiste de su parte, quería llevarte a ese lugar donde sabia que las inclemencias del tiempo te llevarían a un estado de salud delicado y no podrías de esta forma acercarte a mi marido—
—Sí, él y yo nos dimos cuenta cuando acudió a la cita, lo primero que me dijo fue que el no me había escrito ninguna carta, que no entendía por qué yo le contestaba algo que ignoraba, no tardamos mucho en darnos cuenta que era una trampa de tú parte—
—lamento mucho haberlo hecho—
—yo lamento haber acudido a su encuentro, después de ese encuentro, ten la seguridad de que jamás nos volvimos a ver, por lo menos no a solas, siempre después de eso nos vimos mientras te acompañaba a ti y yo por mi esposo—
Las dos mujeres guardaron silencio por largo rato, ambas miraban con la vista perdida en el paisaje, pero su corazón miraba al pasado
—Creo que esto me ha traído un poco de paz, no te guardo rencor alguno, después de todo, yo me case con él y de aquel encuentro no obtuviste nada de él—
—No te creas—contesto la otra mientras se levantaba para salir de aquel lugar—de aquel encuentro aun conservo algo maravilloso—
—solo el recuerdo de una tarde, que no se compara con toda la vida que viví junto a él— contesto con desdén y un poco de coraje ante la pasibilidad inamovible de la otra
—No, lo que aun poseo de aquella tarde, es algo más maravilloso y tangible, conservo a mi hija—


¿Más victimas de las inclemencias del tiempo?

Comentarios

Tu Gitana dijo…
ahh que triste. La vida no debería ser tan complicada. saluditos y abrazos!!
Mmmm, pues no sé cómo querías que fuera este relato, pero a mí me gustó.

Entradas más populares de este blog

Los Cuervos bien criados

Somos polvo de estrellas

Libélula & Luna