5 hrs.

Del blog de Priscila

El eco enardecido de tu voz llama a la mía con deseo palpitante que emana desde mi vientre.

Tus palabras fuera de control, tu cuerpo tendido sobre aquél lugar donde siempre te vuelves cómplice. Del otro lado, estoy yo. Humeda, agitada y con esas ganas inevitables que cuelgan de promesas accesibles.

Las caricias dejan de sentirse autocomplacientes para cambiarse por las tuyas, aunque sea por instantes.

Tu complicidad envolvente me abraza y pide con alevosía mi cuerpo.

Yo, necesito sentir esa punzada que crece cada vez que al oido me susurras deseos, necesidades y palpitaciones.

Priscila

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Este está padre.

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