Lluvia

Al salir del restaurante nos fuimos caminando bajo la lluvia por entre las solitarias calles, una hermosa sonrisa iluminaba por completo tu cara mojada, era maravilloso sentir la lluvia y tu alegría en esta ciudad tan vacía.

Por fin llegamos a casa, aun antes de cerrar la puerta, nos fundimos en un gran beso, el frió de la lluvia fue imperceptible ante tan apasionada caricia, las palabras dejaron de existir, el tiempo, el lugar, todo parecía desaparecer en la bruma que provocaba mi pasión por ti.

En mutuo y silencioso acuerdo, nos fuimos desnudando, a la vez que nos dirigíamos a la tina de baño, con dedos temblorosos te despoje del suéter empapado que te cubría, al sacarlo alboroto tu cabello y por unos instantes la confusión de tu perfume inundo la habitación, la vista de tu pelo enmarañado y tu cara traviesa acrecentó mis deseos por ti.

La humedad traspaso el suéter, tu blusa se pegaba a tu piel en desesperante transparencia, mientras te besaba solté el primero de lo que parecía un innumerable numero de botones, poco a poco tu piel fue mostrándose a mis labios que la cubrían en cada centímetro que se mostraba.

En un gesto de impaciencia te deshiciste del sostén y del pantalón, de un tirón me arrancaste la camisa y así mientras torpemente luchaba por deshacerme de toda mi ropa me arrastraste a la tina, entre risas traviesas y suspiros tome tu cara entre mis manos y te bese.

Mientras el agua subía cubriéndonos de una deliciosa tibieza, no te deje de besar, mis labios probaban cada rincón de tu piel, tu cara, bajaban suavemente por tu cuello, subían a tus oídos y regresaban en repetidas ocasiones, mis manos seguían el ejemplo y no se detenían por ningún lugar de tu cuerpo, cada uno de mis sentidos se inundaba de ti y pedían por más y más. Te recosté suavemente y empecé a besar tus senos que se agitaban con tus suspiros, sin detenerme por mucho tiempo continué besando tu cuerpo, tu vientre, tus costados, prolongué la caricia de mis labios por tus piernas, dando un rodeo premeditado a tu principal fuente de placer, el sabor de tu piel húmeda era inigualable, nada en ese momento me hubiese podido apartar de tan exquisito manjar.

Sacando tú cuerpo del agua que le cubría me acerque con lentitud desquiciante a la unión entre tus piernas, deposite con extrema suavidad mis labios sobre los tuyos, no resistí más, y empecé a devorarte con fruición, tus manos sobre mi cabeza me exigieron en silencio continuar con mayor ímpetu, lo cual continué con sumo agrado, pero al cabo de unos momentos, con una deliciosa furia me apartaste, ahora ambos necesitábamos de un contacto superior, era ya ineludible fundirnos en un solo ser, reclinándome sobre tu cuerpo te penetre con impaciencia, la otrora ternura fue transformada en furia, el agua de la tina saltaba en una pequeña tempestad con cada arremetida, te sostenías con un brazo alrededor de mi cuello y otro a mi espalda, mientras no dejaba de besarte, de aspirar tu aliento que brotaba en cada suspiro, el tiempo dejo de ser una constante y se convirtió en el material más flexible del universo, pareciera una eternidad la que permanecimos unidos de la forma más cercana que hombre y mujer pudieran experimentar jamás. Sin embargo el final llego demasiado rápido, hubiese deseado alargar aquella furia que nos unía por una eternidad.

Cuando pasaron los últimos estremecimientos de nuestra amorosa lucha sin separarnos y con la piel arrugada por haber permanecido una infinitud en tan húmedo lecho, te arrope con mullida toalla y calidos besos, ninguna palabra fue dicha, pero lo que ahí nos dijimos supera con creces el lenguaje que jamás poeta alguno pudo expresar.

Nos dirigimos en calida caricia hacia la recamara donde continuamos el encuentro, ahora con mayor calma pudimos preparar el ambiente, Life in Mono inundo con ritmos suaves y sensuales, un par de velas por toda iluminación, que jugaban con nuestras amorosas siluetas para dibujar caprichosas sombras.

Te recosté sobre la cama, boca abajo, apartando suavemente tu negro cabello empecé besándote el cuello y la nuca, pequeños besos cubrieron la totalidad de tu espalda y continuaron su camino hasta los pies, volteando tu cuerpo me dispuse a recorrer el camino de regreso, manos y boca no olvidaron parte alguna de tu cuerpo sin besar y acariciar, estremeciendo cada una de las fibras de tu ser. Cuando al fin llegue a tus labios, aquellos labios fascinantes, ellos que fueron lo primero que conocí de ti, les agradecí con apasionado beso tan maravillosa oportunidad que me dieron de conocer a su dueña, mujer portadora de la mayor sensualidad.

Me introduje suavemente en ti, disfrutando de cada milímetro de piel que se ponía en contacto contigo, tus brazos me rodearon, mis manos te acercaron, mis labios buscaron refugio en tu cuello, nuevamente el tiempo perdió su significado, la noche se convirtió en el edén perpetuo.

Cuando ya amanecía y el sol ahuyentaba las sombras de la noche, envuelta en mis brazos, el sueño te invadió, dormida con esa expresión de inocencia en tu cara parecías un ángel, bese suavemente tus hermosos labios, deseándote un feliz descanso, yo cuidare de tu sueño, yo estaré aquí por siempre.

Comentarios

Orizschna dijo…
A eso le llamo yo disfrutar.
Extraño eso, mucho.

Besos Alonso. Bonito finde!
Itaka dijo…
BUena, yo pensé que te la habias volado, pero dices que no y te creo...

ya estas!
ta buena!
que tengas un gay día! jajajajajaja
Shaxa dijo…
aki sta lloviendo!! k chafa jaja

muy bonito muy bonito!
Tu Gitana dijo…
ahhh que buen post
suspiré, me emocioné
muuuy bueno
saludos

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