Gran Bateo

Ya habían salido con anterioridad, a desayunar y al cine, pero él se sentía aun más nervioso que aquella vez, ahora a punto de entrar al cine nuevamente, notaba de repente acciones de ella que parecían alentarlo a continuar, a hacer algo más, pero en otras ocasiones sentía que se apartaba que no quería nada más que “amistad”. Ciertamente no tenía experiencia con las mujeres, y de no ser porque se había enamorado perdidamente de aquella hermosa mujer, jamás se hubiera atrevido, pero ella había aceptado por segunda ocasión salir con él. Y ahí estaban, en medio de la sala de cine con cualquier cantidad de gente a su alrededor, pero no en las butacas vecinas, lo que le daba un poco de confianza, disimuladamente y con un enorme esfuerzo pasó su brazo por detrás de la cabeza de ella, esta no se opuso, sin embargo el abrazarla así lo puso aun más nervioso, la idea de besarla taladraba su mente, no sabía cómo hacerlo, el miedo le hacía sudar frío de pies a cabeza, la película estaba a punto de terminar y sabia que si terminaba la película y se encendían las luces sin haberla besado, se habría perdido la única oportunidad que le quedaba, pero aun así le costaba trabajo decidirse, de pronto pensó que lo peor que pudiera decirle es que NO, tal vez acompañada de una gran cachetada, pero en la vida había recibido peores golpes de los que pensaba podía darle aquella hermosa mujer, además se dejo abrazar, seguro se dejara besar. Después sucedió lo que tenia que suceder, ella se aparto con cara de asco-sorpresa, pero no hubo un NO ni tampoco hubo cachetada, al salir de la sala él trato torpemente de disculparse, ella por toda respuesta le dijo, “llévame a casa” sorprendido solo alcanzo a asentir con la cabeza, en el camino solo hubo un incomodo silencio, al llegar a la casa de ella, esta le dijo, más bien le ordeno “pásate” él entre apenado y sorprendido, dudo un poco pero finalmente cedió a la orden. Nadie lo volvió a ver jamás, se escucharon varios rumores sobre lo que habría pasado, unos decían que no pudo soportar el bateo de ella y se fue de la ciudad, otros más extremistas dijeron que se arrojo a las vías del metro o simplemente se envenenó, lo cierto es que en el jardín de ella apareció de pronto un montículo de tierra y que las flores que ahí plantaba crecieron más y de mejor forma desde aquel día.


¿Más bateadores?

Comentarios

Efra dijo…
Creo que las mujeres deberían de ser beisbolistas. En definitiva.
Es que ese tipo de abono es muy bueno. Lástima que no tengo jardín.

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